Acompañando las estrategias propias de manejo, control del territorio y los recursos naturales

Opinión

• Marlene Quintanilla

La Paz, 02 de diciembre de 2014. Todos hablamos del cambio climático y sus afecciones, el riesgo que implica para las futuras generaciones y hasta lo relacionamos con el temido apocalipsis. Sin embargo, ¿cuánto hemos avanzado en mitigación?, muy poco seguramente. Los hechos muestran que al 2010 en Bolivia más de 180.000 hectáreas de bosque son eliminados por año, es decir que cada día deforestamos una superficie equivalente a 500 canchas de fútbol. Lo más alarmante es que esta cifra va en ascenso, estudios recientes demuestran que en los últimos tres años la deforestación supera estas cifras.

A nivel mundial y local presumimos de nuestra preocupación y compromiso con la Madre Tierra, pero estas buenas intenciones cada vez suenan más a poema que a realidad. El sufrimiento silencioso de nuestros bosques data no solo por los desmontes, sino también por una histórica explotación forestal que en muchos casos los ha descremado y degradado hasta colocar en peligro de extinción especies valiosas (mara, cedro, morado, entre otras).

A esto se suman las afecciones por la minería y los hidrocarburos, que aparentemente son pequeñas cicatrices a nivel espacial, pero se desconocen los impactos letales de contaminación y daños que producen estas actividades a la fauna, aire, agua y pueblos indígenas, que son parte fundamental de los bosques.

El sacrificio de nuestros bosques para mayores ingresos económicos no ha servido para solucionar la escasez de agua en el Chaco y la Chiquitanía, probando que el dinero no lo es todo. La calidad ambiental de estas regiones está en descenso, porque los principales productores de oxígeno y agua están en menor espacio y tiempo.

Debemos aprender a escuchar y valorar la experiencia local de pobladores indígenas que viven del bosque hace miles de años. A mayor pérdida de bosque se suscitarán impactos más severos con el calentamiento global, fenómeno que no discrimina y afecta a todos.

El problema no solo es de ambientalistas o de científicos, sino de los gobernantes y de la población en general, porque el desarrollo de los países ya está siendo afectado. Varios países se reúnen ahora en Lima (Perú) en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP 20), para desarrollar reflexiones, estrategias y compromisos que se espera sean la antesala a un futuro acuerdo entre países que deberán pronunciarse sobre las medidas que adoptarán para contribuir a responder al cambio climático.

• Investigadora de la Fundación Amigos de la Naturaleza (FAN).

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