Los paquetes tecnológicos “modernos” alteraron nuestros sistemas de producción.
Desde hace más de 30 años, instituciones de “desarrollo” y empresas dedicadas a los agro negocios, introdujeron paquetes tecnológicos en la línea de la revolución verde a los sistemas de producción de comunidades indígena originaria campesinas.
Modelos modernos de producción y sus consecuencias
Este nuevo modelo de producción consiste en la introducción de insumos químicos en todo el proceso de producción, tales como fertilizantes químicos, insecticidas, fungicidas y semillas certificadas, provocando alteraciones en los sistemas tradicionales de producción; mencionamos las más importantes:
- Los fertilizantes químicos producen daños irreversibles en el suelo, como la desaparición de microorganismos benéficos que ayudan a los cultivos en la absorción de nutrientes.
- Los insecticidas, fungicidas y otros biocidas provocan desequilibrios significativos en la naturaleza, porque su uso devasta todo forma de vida, así se pierden insectos benéficos que controlan de manera natural la población de insectos perjudiciales (control natural) y eso provoca una gran dependencia hacia el consumo de estos productos.
- Las semillas introducidas por su condición comercial, desplazan a la gran cantidad de semillas nativas provocando su pérdida, cambio de sistema a monocultivo, por tanto mayor riesgo de producción, además a través de la Norma General sobre Semillas de Especies Agrícolas, se obliga al productor que compre semillas certificadas que los llaman de “calidad” de empresas semilleristas con una clara intención de hacer dependientes a los productores.
No solo las empresas semilleristas pueden producir semilla de calidad
Las empresas semilleristas y la normativa de semillas pretenden hacer ver que la semilla de “calidad” solo se puede producir con el uso de tecnologías sofisticadas (que solo tienen estas empresas), sin embargo familias productoras de la Subcentral Chillavi (Norte de Ayopaya), familias de comunidades de Tapacarí y de Vacas, han realizado prácticas de recuperación de la vitalidad y variabilidad del cultivo de papa a partir de la semilla botánica (mak´unku), obteniendo semillas de la misma calidad (como la semilla prebásica) que se obtienen en los laboratorios de las empresas semilleristas.
Según las experiencias de las familias productoras, se puede afirmar que a partir de la semilla botánica de papa se obtienen semillas sanas (sin enfermedades que comprometan el rendimiento).
Incrementa la variabilidad
Por otra parte, las semillas de cada baya (mak’unku) pueden producir plantas con diferentes características fenotípicas, incrementando la variabilidad genética y la resiliencia a factores climáticos.
Cosecha de tuberculillos producto de la siembra con semilla botánica.
Se puede apreciar la variabilidad genética resultante.
(Chillavi, Ayopaya Mayo 2017. Producción en la parcela de doña Felicidad Mamani)
Además de calidad, también podemos producir nuestra propia semilla en cantidad
Cada baya (mak’unku) tiene en promedio 300 semillas de papa, y una planta tiene aproximadamente 20 bayas lo que quiere decir que de una sola planta de papa se obtienen 6.000 semillas.
Bayas (mak’unkus) de una Obtención de semillas de Semilla botánica de papa obtenida
planta de papa una baya de papa de los mak’unkus de una planta
Si hacemos cálculos matemáticos, en una parcela de 300 metros cuadrados (300 m2) se tienen 760 plantas de papa de donde se obtendrían como 4 millones de semillas del mak’unku (en años buenos). Con las experiencias de las familias se pudo ver que el porcentaje de germinación de la semilla botánica es de 20%, o sea se tendrían 800.000 plantines de papa germinados.
Apuntar a la autosuficiencia
En resumen, se puede afirmar que si obtenemos semilla botánica de papa a partir de las bayas (mak’unku) de una parcela de papa de 300 m2, alcanza fácilmente para la siembra de papa de las familias de toda una comunidad (hay que hacer notar que la obtención de semilla-tubérculo se realiza recién a partir del segundo año de producción con esta semilla botánica).
Estos datos nos muestran que las familias productoras de las comunidades pueden ser autosuficientes para la reproducción de su semilla en calidad y cantidad. Además de constituirse en una actividad propia de nuestros pueblos y no requiere de insumos y tecnologías que no sean locales.
Textos: Vladimir Rojas, Angélica Machaca – CENDA