El Gobierno se encuentra en plena campaña electoral, realizando grandes concentraciones y ofertas electorales, al grado que el Presidente, Evo Morales, dijo: “… Hermano alcalde de Morochata, si me garantizan el 100% (de votos), lo que ustedes pidan el próximo año”. Este tipo de campaña está siendo difundida no solo por operadores políticos del Ejecutivo, sino también por algunas dirigencias sindicales de federaciones y confederaciones, generando movilización y expectativas en los municipios rurales, ante la pasividad del Tribunal Supremo Electoral que solo se pronunció diciendo que el presidente Morales “habría incurrido en posibles faltas electorales” el ofrecimiento que hizo a los pobladores de Morochata.
Mientras lo electoral funciona como una cortina de humo, por su parte los agroindustriales del oriente avanzan en su agenda agropecuaria. Desde el 2013, este sector ha sido beneficiado por el Gobierno del MAS con políticas y normativas a su favor: La ampliación de 2 a 5 años de la verificación de la Función Económica Social (FES), el perdonazo por desmontes ilegales, la producción de etanol y la introducción de soya transgénica para la producción de biodiesel.
Actualmente, los agroindustriales controlan la producción y comercialización de la soya, sometiendo al pequeño y mediano productor soyero a sus intereses económicos, ahondándose su nivel de dependencia. Los empresarios del agro, ahora tienen más ventajas que con gobiernos neoliberales, el Gobierno se ha convertido en su “Hada Madrina” y su principal aliado.
De continuar el apoyo incondicional a los agroindustriales, cuya producción priorizan para exportación y la producción de biocombustible, nos preguntamos ¿En qué quedara la seguridad y soberanía alimentaria del país?, ¿Por qué no se apoya con políticas públicas al pequeño productor de Tierras Altas y Tierras Bajas?
Redacción: Sergio Vazquez R.
Director Ejecutivo CENDA